03- That was not my intention
No era mi intención. Me refiero a la respuesta natural de mi organismo. Mi cerebro me alertaba de que aquella mujer era peligrosa. Sin embargo, mi cuerpo temblaba al notar su calor tan cerca. Me fascinaba y aterraba a partes iguales. O era posible que por ello irradiara ese aura que la envolvía, atrayente, tan electrizante que toda mi piel se había erizado.
—Mi...mira—balbuceé—, no te conozco y no sé de que vas, pe...pero acepto ese café con tarta.
Marga sonrió como una gata que acaba de cazar a su presa antes de dejarme salir de mi prisión.
—Así me gusta, pequeña, que cumplas de buen grado con lo que te ordeno. Es un primer regalo para ti. Algo dulce para mi dulce Susan.
Yo no sabía qué contestar a aquello. Si estaba interpretando un rol, lo hacía espectacularmente. Simplemente caminé a su lado hacia la cafetería. Estar en un lugar público me parecía lo más sensato en ese momento.
—Ábreme la puerta —dijo en cuanto llegamos.
Lo hice en silencio. Ella pasó al interior y yo la seguí. Escogió una mesa apartada y se quedó al lado de una de las sillas. Sabía lo qué deseaba y decidí seguirle el juego. Separé la silla para que se sentara. Yo ocupé mi lugar en frente de ella.
—Veo que sabes modales —su rostro mostraba satisfacción—. Eso me gusta mucho, pequeña.
Cogí la carta y enterré mi cabeza en ella. No estaba de humor para mantener una conversación, aunque sabía que debía hacerlo si quería deshacerme de ella cuanto antes.
El camarero se acercó a la mesa.
—¿Saben lo que desean pedir? —dijo con una amplia sonrisa.
—Yo quiero un té rojo —Marga no apartaba los ojos de mí— y ella un café americano y la porción de tarta que elija.
Por un instante me quedé sin palabras. Conocía cómo tomaba el café. Me pregunté cuánto tiempo llevaría observándome en las sombras.
—Tarta de manzana, gracias.
Esperé hasta que el camarero fue hasta la barra.
—¿Cómo sabes lo qué bebo? —pregunté directamente.
—Lo sé todo sobre ti, pequeña. De qué otra forma podría haberte escogido.
Marga sonreía mirándome con cierto descaro.
—Sin embargo, yo no sé nada sobre ti. En el Ropes llevabas la cara tapada. No podría reconocerte ni aunque supiese quién eres. —Intenté sonsacarle algo de información— Me gustaría saber algo más sobre ti.
Me incliné sobre la mesa y sonreí. La mujer parecía muy segura de sí misma.
—Me agrada ese interés en mí. Aunque me irás conociendo poco a poco. De momento te llega con saber que me llamo Marga y que soy tu Dueña. Pronto sabrás más cosas, te lo aseguro.
El camarero llegó con las bebidas y la tarta.
—Gracias —le dije cuando dejó el plato en frente de mí.
Volvió a dejarnos solas.
—Y… ¿Cuáles son tus planes ahora que te me has presentado?
Estiró un dedo y lo posó sobre mi nariz.
—Ya verás. Lo sabrás a su debido tiempo.
Al parecer no era muy buena consiguiendo información. Decidí comer mi tarta en silencio. Ella me observaba sonriente. Tampoco decía nada.
En cuanto acabamos fue a pagar y yo la esperé sentada en la mesa. Se me pasó por la cabeza correr, pero estaba convencida de que también sabía dónde vivía, por lo que era una idea absurda.
—¿Nos vamos? —dijo al volver a la mesa.
Salimos y volví a caminar a su lado.
—Yo tengo que coger el metro. Mi gato estará esperando por su cena.
—No te preocupes por el Señor Wilson, pequeña. Ven conmigo —dijo tirando suavemente de mi brazo.
Sabía el nombre de mi gato. Si algo tenía claro es que no pensaba acompañarla. El sol se estaba poniendo. Comenzaba a haber poca luz. Ojalá supiera cómo librarme de ella.
Una pareja de policías se cruzaron con nosotras. Vi mi oportunidad. Me giré a toda velocidad y grité. Los policías se acercaron a mí.
—¿Le ocurre algo, señorita?
—Sí —dije alterada, casi gritando.
Miré a mi alrededor. Marga había desaparecido.
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